Las buenas familias de Barcelona
“En todos los países desarrollados existe una tradición característica de la civilización occidental: la de los clubs privados”.
Me encanta pasear por la avenida Diagonal de Barcelona. A menudo, me paro en el número 502, un ostentoso palacete modernista construido en 1910, y observo a través de su enorme y majestuoso ventanal intentando intuir qué hay en el interior: librerías de caoba, sillones de piel, mesitas de mármol y apellidos como Güell de Setmenat, Cambó, Carreras, Desvalls o Montoliu.
Quizás a ustedes no les suenen de nada, pero se trata de las buenas familias de la ciudad condal. En 1986, Gary Wray McDonogh publicó Good Families of Barcelona: A Social History of Power in the Industrial Era, un extensivo estudio sobre la formación y la reproducción de las élites político-económicas de la capital catalana. Si bien podría parecernos que este estudio, por el periodo que abarca (de finales del siglo XIX a mediados del XX), está algo desfasado hoy en día, la realidad es que los apellidos se mantienen. Resulta curioso, además, ver cómo se han ido recombinado, estableciendo nuevas alianzas o consolidando viejos pactos; y es que el matrimonio es una estrategia clásica de alianza política que sirve, también, para mantener el dinero en los mismos bolsillos, generación tras generación.
El papel de los clubs privados es decisivo en todo este proceso puesto que “eran el sitio donde la élite se reunía y donde se fomentaban los contactos personales y los intercambios mutuos”. En este sentido, podríamos decir que lugares como el Círculo Ecuestre constituyen el equivalente pijo a iniciativas como esta, puesto que reciben visitas de ilustres caballeros como Mariano Rajoy o Joan Laporta (aunque hayan sustituido el caballo por un audi). Cierto es que la media de edad no parece corresponder a la etapa casamentera pero esto se soluciona con un poco de estómago. Piensen que, según el autor, fue así como la gran burguesía catalana obtuvo sus títulos nobiliarios, intercambiando capital económico por capital social.
Así que ya saben, pónganse un traje adecuado para la ocasión y prueben suerte, pueden ganar una jubilación anticipada o algún condado. Quizás son ustedes más afortunados que Frasier y su hermano Niles, que fracasaron en su intento de ingresar en un prestigioso club privado de Seattle.
Etiquetas: cosas mías, libros
7 Comentarios:
Pero si esos dos mamones ya estaban forrados!
El dinero no lo es todo, señor Surlaw. Además de lo económico, hay que ascender social y culturalmente. Esta gente busca prestigio y reconocimiento. ¿Cree usted que el mecenazgo es un acto de filantropía?
¿Ha visto usted Granujas de medio pelo?
Sí, sí, lo sé, señorita, pero como usted también mencionaba los bienes económicos como dato más... yo me centré en eso, que es lo que me interesa. A los pijos intelectuales puede follárselos quien guste.
Si no es demasiado atrevimiento, le aconsejo que permita los comentarios anónimos. La experiencia me ha enseñado que hay en ellos un buen porcentaje de interés, y tampoco se pierde nada.
Debe usted comprender, señor Surlaw, que no puedo permitir que en mi blog entre y comente cualquiera. Esta web no es el Circulo Ecuestre pero tenemos un caché.
Me temo que la clase media entra en esos circulos a base de polvetes...¿o no?
Heidi, ¿usted cómo entró?
Señor Nikochan, no es usted un caballero.
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