Apartamento

A pesar de la fuerte amistad que las une, las cuatro protagonistas de Sexo en Nueva York son muy distintas entre sí: cada una tiene su propia y definida personalidad. Sus apartamentos reflejan estas particularidades a la perfección.

Carrie tiene un pequeño y viejo estudio en el Upper East Side. Concretamente, en el número 245 del East 73rd Street (dirección que, en realidad, no existe). Un espacio cálido y muy acogedor, aunque algo desorganizado: las revistas y los libros llenan los rincones de la casa, un desorden que, representa, es típico de los escritores. Lo que no es tan característico de los escritores es el vestidor de la protagonista: un armario repleto de ropa, zapatos, bolsos y joyas que parece, más bien, el almacén de una revista de moda y no el vestidor de una simple columnista.

También Charlotte vive en el Upper East Side y, también, en una dirección que no existe realmente: el número 700 de Park Avenue. Este es, de hecho, el apartamento al que se muda tras casarse con su primer esposo (y que conservará tras el divorcio). La enorme casa refleja la personalidad clásica y comedida de Charlotte aunque, eso sí, después de una intensa redecoración: el apartamento pertenecía a la familia de Trey MacDougal y estaba tomado por patos “decorativos”.

Sin embargo, redecorar no es siempre una buena opción: Miranda perdió un pretendiente por culpa de su decoradora. Su apartamento es extremadamente práctico y funcional, tanto que puede parecer algo impersonal pero Miranda es así. Afortunadamente, está su asistenta para darle un toque de vida, colgando fotos de la nevera, por ejemplo.

El apartamento de Samanta es todo lo contrario: rebosa vitalidad. La decoración, sin embargo, es elegante y refinada pero al mismo tiempo encierra una ardiente y salvaje pasión.

En definitiva, cuatro ambientes que no tienen nada que ver entre sí y, si no, fíjense cómo duerme cada una de las protagonistas:

Por orden: la habitación de Carrie, Charlotte (arriba), Miranda y Samanta (abajo).