Cosa Fina

31 diciembre 2007

Dos fotos y una yaya rusa: ¡feliz 2008!

Acabo de dar con esta foto que me ha hecho pensar en el editorial de Steven Meisel para la revista Vogue italiana que les reseñé aquí.

En el mundo del arte ya está todo inventado.

La foto es de esta web, que se dedica a recopilar imágenes divertidas como esta:

Me parece muy gracioso, sobre todo porque hoy medio país se estará acicalando para dar la bienvenida al 2008.

¡Feliz año a todos!

Etiquetas: , , , ,

24 diciembre 2007

Feliz Navidad

Etiquetas: , ,

18 diciembre 2007

Zapatos de papel

Hoy me ha llegado el First Year Box de la revista Craft. Todavía no he podido mirarme los cuatro números de forma detenida, sólo echarles un vistazo rápido para ver cómo pintaban. La verdad es que hay cosas increíbles que enseguida me han llamado la atención por un motivo u otro. Como, por ejemplo, el trabajo de Jennifer Collier, una británica que se dedica a crear ropa y complementos con todo tipo de materiales reciclados, sobre todo papel. Aquí tienen una pequeña muestra de sus zapatos, que me parecen increíbles:

Stilettos hechos con hojas de un libro viejo.

Con sobres reciclados.

Con un mapa antiguo.

Botas de agua hechas con bolsitas de té.

Sandalias hechas con un libro infantil.

Etiquetas: , , , , , ,

12 diciembre 2007

Winter Fashion in Japan

Les decía que últimamente no posteo sobre moda en Cosa Fina, y voy a tragarme mis palabras con patatas porque ahí vamos, de nuevo, con un post relacionado con la moda. El suplemento de viajes del New York Times publica un artículo sobre la prefactura de Akita, al norte de Japón. Un lugar gélido que sirvió como escenario para el magnífico editorial de moda que tienen a continuación. Un trabajo firmado por el fotógrafo Raymond Meier.

Etiquetas: , , , ,

09 diciembre 2007

Vogue Patterns

Desde que escribo para Trendencias, no suelo postear sobre moda en Cosa Fina, pero este editorial de Steven Meisel para el número de diciembre de la revista Vogue Italia se impone. Les dejo algunas imágenes:
Pueden ver el resto aquí.

Etiquetas: , , , ,

08 diciembre 2007

Videojuegos primitivos

Hace tiempo que quería hablarles de mi primera consola. Bueno, propiamente no era una consola, sino un ordenador (y lo sigue siendo, porque todavía lo tengo y funciona). Cuando ustedes jugaban con su NES, yo me divertía con mi MSX. Tenía juegos en cassette que tardaban una hora en cargarse y otros en cartucho. Recuerdo especialmente dos (y, sobre todo, su música y sonidos, que todavía ahora me sorprendo tarareando): The maze of Galious y Penguin Adventure, ambos de Konami. El primero se desarrolla en un castillo fantasmagórico:

Los protagonistas Popolon y Aphrodite iban al baño al poner pausa.

En el segundo, te convertías en Pentarou, un pingüino que recorría el mundo en busca de una manzana dorada para salvar a su amada.

Tanto Popolon como Pentarou aparecen en uno de los videojuegos más paranoicos que jamás yo haya visto: Parodius, un shooter espacial que aquí triunfó en su versión para SuperNintendo:

Ahora, Konami ha lanzado un recopilatorio de la saga Parodius para PSP que rezo para que llegue a nuestro país. También los creadores de LocoRoco nos sorprenden con una nueva y alocada entrega: Patapon. Al parecer, hay que controlar a un mini ejército primitivo con ritmos tribales y arrasar con todas las amenazas que se cruzan en nuestro camino. Violencia musical, vamos.

Etiquetas: ,

06 diciembre 2007

Foto Fina XXXVI

Etiquetas:

03 diciembre 2007

Invasión sutil

Estudié en un colegio francés de Barcelona. Como comprenderán, el catalán tenía muy poca importancia, así que mis conocimientos sobre esta lengua y cultura son algo pobres. Sin embargo, todavía recuerdo el día que descubrí a Pere Calders. En clase, leímos Invasión sutil, un cuento que jamás he olvidado. Aquí lo tienen:
"En el Hostal Punta Marina, de Tossa, conocí a un japonés desconcertante, que no se parecía en ningún aspecto a la idea que yo tenía formada de esta clase de orientales.
A la hora de cenar, se sentó a mi mesa, después de pedirme permiso sin demasiada ceremonia. Me llamó la atención el hecho de que no tenía los ojos oblicuos ni la piel amarillenta. Al contrario: en cuestión de color tiraba a mejillas rosadas y a cabello rubio.

Las muñecas Blythe, con sus enormes ojos redondos, espantaron a los niños norteamericanos. En Japón causan furor.

Yo tenía curiosidad por ver qué platos pediría. Confieso que era una actitud pueril, esperando que encargase platos poco corrientes o combinaciones exóticas. El caso es que me sorprendió haciéndose servir ensalada –“con mucha cebolla”, dijo- capipota, salmonetes a la brasa y almendras tostadas. Al final, café, una copa de coñac y una breva (un puro).
Me había imaginado que el japonés comería con pulcritud exagerada, irritante incluso, pinzando los alimentos como si fuesen piezas de relojería. Pero no fue así: el hombre se servía del cuchillo y el tenedor con gran desenvoltura, y masticaba con la boca llena sin complicaciones estéticas. A mí, la verdad, me hacía cuestionarme las ideas recibidas.
Por otra parte, hablaba catalán como cualquiera de nosotros, sin una sombra de acento forastero. Eso no era tan extraño, si se considera que esta gente es muy estudiosa y lista en gran manera. Pero a mí me hacía sentir inferior porque no sé ni pizca de japonés. Es curioso constatar que el toque extranjero en la entrevista lo ponía yo, condicionando toda mi actuación-gestos, palabras, entradas de conversación-, al hecho de que mi interlocutor era japonés. Él, en cambio, estaba fresco como una rosa.

Los personajes que pinta Yoshitomo Nara tienen grandes ojos que atraviesan con la mirada.

Yo creía que aquel hombre debía ser representante o vendedor de aparatos fotográficos, o de transistores. Quién sabe si de perlas cultivadas...Probé todos estos temas y él los apartó con un amplio movimiento del brazo. “Yo vendo Santos de Olot”, dijo. “¿Aún hay mercado?” le pregunté. Y me dijo que sí, que iba de baja pero que él se defendía. Hacía la zona sur de la Península y afirmó que, en cuanto tenía un descanso o venían dos fiestas seguidas, andando a casita...

-¡No hay nada como estar en casa!-apostilló con un aire de satisfacción.
-¿Vive usted en nuestro país?
-¿Y entonces?¿Dónde quiere usted que viva?

Sí, claro, son trotamundos y se meten por todas partes. Lo volví a mirar y les aseguro que ningún detalle, ni en la ropa ni en el aspecto, delataba su procedencia japonesa. Hasta llevaba un escudo del Fútbol Club Barcelona en la solapa.
Todo aquello era muy sospechoso y me preocupó gravemente. Mi mujer se había hecho servir la cena en la habitación porque estaba un poco pachucha; le conté la aventura, adornando el relato con mis aprensiones: en último extremo, se trataba de un espía.

-¿Y de dónde sacas que es japonés?-me preguntó ella.
Reí, tal vez no de buena gana, compadecido de su inocencia.
-Los conozco de lejos....-le contesté.
-¿Quieres decir que has visto muchos?
-No, ¡pero los reconozco enseguida!
-¿Te ha dicho él que fuera japonés?
-Ni una sola vez. Son astutos...
-¿Te lo ha dicho alguien?
-Nadie me ha dicho nada ni falta que me hace.¡Tengo el instinto agudísimo!

Nos peleamos. Siempre me pincha diciéndome que soy malpensado y que cualquier día tendré un disgusto de los gordos. ¡Como si no me conociese lo suficiente! Parece que se complazca en no razonar y es de una candidez increíble. Aquella noche dormí poco y mal. No podía sacarme al japonés de la cabeza. Porque mientras se presenten como son, con la risita, las reverencias y aquella mirada de través, habrá modo de defenderse.¡Así lo espero! Pero si comienzan a venir con tanta simulación y falso aparato, nos darán mucho trabajo.".

Etiquetas: , ,